Para Monrozeau, ganar es un estilo de vida



Si ganar un campeonato en el Baloncesto Superior Nacional (BSN) es difícil, alcanzar tres títulos en cuatro años y estar en pos de una trifecta es aún más complicado.
Pero no le diga eso al apoderado de los Capitanes de Arecibo, Luis Monrouzeau.
En su mente no hay cabida para pensamientos negativos. Para él, ser un ganador es un estilo de vida en todas sus facetas, sea como empresario o como deportista.
“Para mí, el éxito es cuestión de creencia. Lo que declaras con la boca y anhelas con todo el corazón es un hecho si trabajas con todas tus fuerzas para lograrlo. Nada a medias. Por eso yo no me canso de decir que voy a ser campeón otra vez”, indicó Monrouzeau, quien tiene cuatro series finales a su haber en los cinco años que lleva como mandamás de la franquicia capitana.
“Claro, puede haber gente que piense que por yo hablar así soy una persona arrogante y caiga mal. Pero yo diría que más bien soy una persona muy segura de mí mismo y de lo que quiero”, explicó.
“Yo comprendo que hay algunas personas que les gusta competir o participar y se conforman con eso. Yo no. En cualquier cosa que haga estoy para ganar. Yo no llevo dos sacos, sólo llevo el saco de ganar. Y si me toca perder, voy a morir en la raya tratando de ganar hasta el último segundo”, apuntó.
Esa actitud inquebrantable de triunfar es lo que ha motivado a Monrouzeau a no sólo hacerse cargo de los Capitanes desde el 2007 cuando la franquicia estaba a punto de quiebra, sino en mantenerla como la entidad elite del BSN y el equipo a emular por el resto de la liga.
“La realidad es que meterse a apoderado del BSN es una locura y sabía que si alguien no se hacía cargo del equipo, la franquicia se iba a perder. Pero ya que estoy aquí, quiero ser el mejor”, dijo Monrouzeau, quien mueve cielo y tierra con tal de ganar.
Por los pasados cuatro años, el apoderado ha tenido la nómina más alta de la liga y ha estado dispuesto a incurrir en costosos canjes de jugadores y en firmas onerosas con tal de mantenerse como contendor permanente al campeonato.
Invierte en el futuro
Pero, además de invertir en nómina de jugadores, Monrouzeau no ha escatimado en gastos para asegurar la estabilidad de su franquicia de cara al futuro, a pesar de no contar con un solo centavo de apoyo del Municipio de Arecibo.
Tan reciente como en septiembre de 2011 compró los derechos de uso del coliseo Manuel “Petaca” Iguina luego de haberlo alquilado por los pasados cuatro años.
Y, de inmediato, lo adornó con estampas de Arecibo en las afueras del recinto y mandó a pintar un mural gigante de los principales jugadores de los Capitanes en el interior de la instalación. También, remodeló oficinas del coliseo –que parecían “un vertedero”, según afirmó– para que cada personal directivo y cada dirigente tuviera la suya.
Eso sin contar que el camerino de los Capitanes es el mejor de cualquier equipo anfitrión del BSN, invirtió $250,000 en un sistema nuevo de sonido, además de gastarse un dineral en mejorar la pizarra gigante de la cancha y ahora está en planes construir nuevos camerinos para poder realizar conciertos de envergadura en el coliseo, aparte de los juegos de los Capitanes.
“Lo que estamos buscando es que todas nuestras operaciones aquí sean rentables”, explicó Monrouzeau.
El apoderado también ha invertido sustancialmente en las categorías menores de Arecibo con 11 equipos bajo la sombrilla del quinteto del BSN e impactando también cerca de 400 niños que auspician entre equipos del área norte del país (Utuado, Barceloneta y Lares, entre otros).
“Por ser equipo campeón, casi nunca tienes acceso directo al mejor talento que viene del sorteo de nuevo ingreso. Como único podemos hacer algo, aparte de la agencia libre, es desarrollar nuestros propios prospectos y poderlos reclamar a través de la cláusula de hijo de franquicia”, admitió Monrouzeau.
“Además, está la labor social de levantar el baloncesto infantil, crear nuevos fanáticos. En la medida que intervienes en las categorías menores, esos niños y sus padres se identifican con el equipo”.
Éxito en los Negocios
Los conocimientos de Monrouzeau de cómo manejar exitosamente una franquicia no vienen por casualidad. El deporte de este multimillonario es apenas su hobby, su pasión en su tiempo libre.
Antes de asumir el reto de los Capitanes, Monrouzeau fue vendedor de seguros por 20 años, además de corredor en un negocio de inversiones y actualmente maneja varias empresas, dentro y fuera de Puerto Rico.
Entre ellas figura el Hospicio la Paz, que es un programa de servicio en el hogar para personas en etapa terminal con cerca de 780 pacientes diarios y emplea a unas 700 personas. Además, encabeza DigiMed (sistema de récords médicos electrónicos), es dueño de dos farmacias con una tercera en construcción (Professional Pharmacy), tiene 10 oficinas alrededor de la Isla, opera La Paz Hospice, en Islas Vírgenes, y auspicia una escuela en Nicaragua junto con su iglesia.
“Todas son operaciones grandes y para que sean exitosas también debes rodearte de gente exitosa, que vaya con la misma filosofía. Así siempre te asegurarás que tus empresas serán productivas”, aconsejó Monrouzeau, quien tiene una maestría en administración de agencias de salud.
Hombre de familia
A nivel personal, Monrouzeau está a punto de cumplir 35 años de matrimonio, con su esposa Gladys, con quien procreó cuatro hijos, y es el orgulloso abuelo de tres nietos.
“Me casé con Gladys, mi novia desde los 14 años, y soy feliz padre de cuatro hijos. Lo irónico es que yo siempre quise tener hijos y por poco no puedo porque Gladys tenía problemas. Se sometió a varios tratamientos y nada. Hasta que un día hablé con Dios y le dije: “Contra, yo me he portado bien, he sido fiel, he hecho las cosas por el libro’. Después de ese día, nació Josué”, dijo Monrouzeau mientras se le entrecortaba la voz.
“Desde ahí he tenido tres hijos más, ése es mi testimonio, y aunque hay gente que no le guste escucharlo, es mi verdad”.
No a la política
Por su éxito con los Capitanes y por ser una persona que consigue lo que se propone, hay personas en Arecibo que le han pedido que se lance para alcalde. Pero aunque la tentación ha sido grande, Monrouzeau se niega a caer.
“Lo he pensado, pero es que ese mundo de la política es tan corrupto que, aunque pueda tener buenas intenciones, no me atrae. De hecho, le tengo dicho a mi esposa que, si algún día me da con meterme a la política, que me interne en un hospital psiquiátrico en lo que se me va la idea”, reveló Monrouzeau entre risas. “Además, creo que puedo contribuir más a la sociedad fuera de la política que dentro de ella”, concluyó.
Cortesía de Primera Hora.


3 comments:

Dewar said...

Wow sorprendente!

Joaquín y Nilsa said...

Cualquiera se puede superar con la ayuda de Dios.

rz.miguel said...

Dios y creer en ti esa es la formula